jueves, 10 de marzo de 2011

No more rain

Cuando era pequeño, la responsable de que aprendiera a hablar rápidamente fue mérito mi querida 'Mamá Toti'; todos los nietos en mi familia le decíamos a nuestros abuelos Mamá y Papá, y lo de Toti en ella era un sobrenombre traído de la infancia. Pero bueno, esa es otra historia.
Me contaron varias veces que ella me llevaba en brazos a recorrer el jardín y me decía lentamente los nombres de todo lo que había, y yo con mis ojos gigantescos -en aquel entonces-, miraba todo con asombro y atención. Pasaron los años y desde pequeño siempre supe el amor que ella tenía por la jardinería, hasta que llegó el momento en que yo también quería ayudar.
Las instrucciones fueron claras: Hay que regar las plantas en la mañana, bien temprano, cuando el día no está muy cálido aún; o sino esperar a que baje el sol, por el mismo motivo. Pero siempre la emoción de los niños es tanta al inicio, y piensan que si riegan mucho las plantas crecerán más rápido.
Pero todo en esta vida tiene un proceso.
Los años se fueron sumando para este niño que se fue lejos de casa, a tierras donde la temporada de lluvias deja su marca. A veces, absorver todo y dejar que la tierra calme puede volverse nocivo, a veces tanta agua lava los nutrientes llevándose no solo el dolor, sino los rastros de muchas páginas pasadas.

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